miércoles, 30 de enero de 2013

“El antojo del calendario”




Por: Carlos Durán de la Cruz

 Nunca he sido de los más adelantados cuando de “romper el hielo” se trata. Pero como toda regla tiene su excepción  ahora dedico unas líneas a un tema supuestamente fuera de temporada, como este calor que nos ha robado nuestro cachito de invierno.

A mero título personal pretendo reflejar mi visión sobre el calendario de la Serie Nacional. Tal vez “lloviendo sobre mojado”, pero  este terreno, sin discusión, traga mucha agua todavía. (Mi propuesta de renovación del campeonato va incluida)


Se me despertó la cosquillita cuando en el programa Al duro y sin guante, acontecido el pasado lunes en Tele Rebelde, le dedicaron unos escasos minutos, pues no es el tema que está en el boom. Voces especializadas y de experiencia, se dieron cita en dicho espacio.

Representantes de medios como el semanario Trabajadores, Radio COCO, Televisión Cubana y Radio Rebelde se dieron cita para hablar de beisbol, de muchos poquitos, emitidos por profesionales a los que respeto muchísimo. Acerca del tema que propongo en cuestión, solo se dieron criterios de apoyo, o de, tal vez, algún cambio con unos juegos más pero retornando a la clasificación por zonas, ¿Acaso se concibe la involución?

Por mi parte me lanzo de kamikaze a las fauces de todos plasmando mi percepción de cómo pudieran organizarse nuestros clásicos beisboleros… (Evidentemente una labor inconclusa).

Los que seguimos el béisbol en Cuba, conocemos perfectamente como se estructura el “sencillo” calendario de esta 52 Serie Nacional. No me convence nada, a excepción de una verdadera clasificación todos contra todos.

Aborrezco los 45 juegos, empezando por la dispareja programación de las subseries. Me refiero a que la mitad de los conjuntos juega ocho subseries como local y el resto solo siete. Si 90 son muchos, 45 solo aportan más presión.

No me convence la segunda fase con sus sobresaturados de comentario “cinco refuerzos”. Evidentemente se pierde mucho en esta estructura, tema que merece un próximo comentario. Para no dar más vueltas al trompo voy directo al “pollo del arroz con pollo”.

Mi propuesta consiste en concebir una mayor cantidad de juegos pues, con el actual formato, los jugadores no clasificados solo realizan 45 partidos, (como máximo), en el más alto nivel nacional. Y aunque algunas “voces de peso” dicen que es imposible, me resulta ideal un campeonato de 60 partidos.

Ahora explico: Esa cantidad de enfrentamientos otorga la posibilidad de volver a disfrutar de subseries de ida y vuelta a cada provincia. Lo que en mi visión los topes serían de solo dos encuentros.

No me recrimine todavía… La concepción sumaría realizar cuatro enfrentamientos consecutivos (dos subseries), en que el traslado fluya hacia provincias vecinas. Así, se da un descanso adecuado y evitamos esos viajes absurdos en que en menos de cuatro topes se viajan miles de kilómetros hacia distantes geografías cubanas.

Y cuatro juegos seguidos no agotan, recuerden los seis que se efectuaban pocos años atrás. Además, cumpliendo la cercanía de viaje, en pos de la lógica de descanso y rescatando los juegos nocturnos, da la oportunidad de que al menos cuatro rivales que se enfrentarán compitan bajo las luces de los estadios.

Por ejemplo, Si Villa Clara enfrenta a Mayabeque y Sancti Spíritus enfrenta a Matanzas, pueden intercambiarse los rivales, (rescatando aquello de las parejas de calendario). Claro está, lleva consigo un pormenorizado estudio para la organización de todo el calendario, especialistas para ello existen.

Todos tenemos, nuestros criterios y yo desde esta humilde tribuna lanzo mi granito de arena a la playa. Se dice que todos los cubanos llevamos dentro un director de equipo, yo le añado el sentirnos pitchers, bateadores, coaches, entrenadores, árbitros y hasta comisionados.

Respetando esa tradicional y atrevida conciencia deportiva del cubano, “mi bola pica y se extiende”. O sea, no me quedo en la Serie Nacional ni en la necesaria y perfectible Liga de Desarrollo.

Tras los 60 partidos y los respectivos y populares play off, me encantaría un escalón más alto. Una Serie Élite (tan necesaria) que supere a las Selectivas y Súper Ligas de antaño.

Esencial para ese propósito es el estricto respeto a la representatividad geográfica, único criterio perdurable con el cual los amante del béisbol podamos identificarnos, no a un nombre (como en el profesionalismo), sino a una pequeña patria deportiva que nos encadene la pasión beisbolera. Un elemento, de muchos que hacen falta al béisbol de la Mayor de las Antillas, al cual aferrarnos para llenar estadios y dejar gargantas roncas.

Dos caminos pudieran tomarse. El primero respondiendo a la estructura de la Serie Nacional, pues por simple matemática y en honor a lo “equitativo”, el resultado nos lleva a pensar en cuatro equipos.

Otro criterio es el de recurrir a la demografía  y organizar los equipos por la densidad poblacional de las regiones de nuestra Cuba. Por ese camino considero ideal organizar seis equipos. A fin de cuenta las fuerzas en el béisbol varían y el que hoy es débil mañana puede ser fuerte.

Cualquiera de las dos opciones nos da posibilidades de un mínimo de 18 encuentros (en el periodo de clasificación) y un máximo de 30 topes. Siempre tratando de visitar los estadios cabeceras de cada provincia perteneciente al equipo zonal, en pos de llevarle alto nivel a la mayor cantidad de personas posible.

El propósito es concentrar fuerza, crear un mayor espectáculo, incitar a la superación de los involucrados al enfrentar un nivel elevado en juego, otorgar otra razón que inspire a superarse a los atletas. Y para dar el último toque, en pos del reconocimiento y la necesaria apertura al mundo, el campeón de esta Serie Élite pudiera insertarse en la Serie del Caribe…

He aquí mi Frankestein de regalo, ahora usted maquíllelo a su gusto si así lo prefiere…

1 comentario:

  1. Carlos,
    la que propones es una buena variante y como todas tiene sus pros y sus contras, yo me inclino por concentrarnos en una serie con ocho equipos conformados por parejas de provincias vecinas, con esto pretendo que se mantenga el apego territorial y se concentre la calidad pues estas son las dos "variables en pugna". No creo que demore mucho que los habitantes de Guantánamo y Santiago de Cuba hagan suyo un equipo Serranos, así mismo tendríamos un Mineros (Holguín-Granma), Ganaderos (Las Tunas-Camaguey), Granjeros (Ciego de Ávila-Santi Spíritus), Azucareros (Cienfuegos-Villa Clara); Henequeneros (Matanzas-Mayabeque), Industriales (Habana-Artemisa) y Vegueros (Pinar del Río-Isla de la Juventud). Por supuesto que los nombres pueden ser otros pero este esquema creo que concilia esas dos variables que te mencioné,
    saludos, cmario.

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