Por Alfredo García Pimentel

Sin
embargo, la frase tiene veracidad más allá de los terrenos del apasionante
deporte, sobre todo en Cuba, donde es pasatiempo nacional. En la mayor isla del
Caribe, béisbol y vida se enriquecen mutuamente… y los cubanos, porque somos
ocurrentes, simpáticos y porque la amamos, no solo hablamos de pelota: también
la tenemos como ideología y como “idioma”, que utilizamos tanto o más que el
español.
La
pelota y su lenguaje nos han aportado las palabras justas para describir escenarios
de la vida cotidiana. En Cuba, una situación difícil nos pone “en tres y dos”…
y cuando alguien “nos cierra el cuadro” o quiere “enredarnos el inning”,
tenemos que dar un jonrón o batear “para 500”, pues de lo contrario, damos “foul a la
malla” y nos “quedamos al campo”.
A
veces, “la jugada está apretada” y “a la hora de recoger los bates” nos cogen “movidos”.
Lo mejor sería quedarse “quieto en base” y “esperar la buena”, así le “damos en
la costura” y si no rompemos al récord, al menos, tendremos un buen average.
El
cubano, que no se va “con la de trapo”, siempre espera “recta al medio” para
“meterla al maíz”. Si está a la defensa, reza porque no le bateen “entre dos”,
porque si esa bola “pica y se extiende”, no serán ellos los que estén “fuera de
liga”.
Y
hay quien “tira curva” cada vez que le “van a aplicar la alzadora”, porque si
el jefe “pitchea bajito”, no hay “quien le saque el bate”. Nada, que a la
pelota, “la botaron por el center field” y se quedó en nuestras vidas, es
espectáculo, es ideología y es idioma, porque, ¿acaso alguien duda que en Cuba
se habla béisbol?
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