Yasmany Hernández Romero |
Por: Daniel Guemechu
Sí, ya se terminó la primera
fase de la 52 Serie Nacional de Béisbol. Lo que para muchos constituía, a
primera vista un parto prematuro, o un hijo mal nacido predestinado a fallecer,
llegó contra no pocos obstáculos a su punto medio. Y es que las dificultades e
incógnitas presentes desde la voz de Play Ball, se sucedieron a lo largo de
esta fase del campeonato, aunque es justo decir que el trabajo de muchas
personas no fue pequeño en pos de perfeccionar el mayor espectáculo cultural de
la Isla.
La reducción del calendario a
45 juegos para todos los conjuntos, lo cual provocó una agenda agotadora e
injusta, tanto para espectadores como para atletas; la exigida exclusión de un
elenco, en este caso Metropolitanos; el regreso al box de 12 pulgadas; la
reducción de lanzamientos para los pitchers abridores; el polémico horario de
los juegos; y el aun no consumado pero muy esperado momento de los “refuerzos”,
fueron algunas de las particularidades de esta primera mitad.
A todo esto, sumémosle el para
muchos, inexplicable descanso de las acciones para la participación del elenco
nacional en el III Clásico Mundial. Y subrayo inexplicable, porque esta no
puede ser una técnica que se repita cada 4 años, pues provocará las
interminables discusiones sobre la conformación del elenco, además de lacerar
la preparación de los atletas no asistentes al máximo evento. Estos participarán
en un “misterioso” torneo de Desarrollo, en mi opinión innecesario, lo cual
pone en tela de juicio la decisión adoptada por la Comisión Nacional
luego de las reuniones con las autoridades deportivas en cada territorio.
Pero no todo fue oscuridad: la
enconada lucha hasta el último momento para clasificarse a la etapa posterior;
la excelente actuación de equipos “eléctricos”; la encomiable labor de
decoración de los estadios y el estupendo liderazgo de algunos atletas capaces
de halar a sus elencos, fueron los más excelsos detalles de la 52.
Sancti Spíritus, Cienfuegos,
Industriales, Matanzas, La Isla,
Villa Clara, Ciego de Ávila y Pinar del Río se llevaron “el gato al agua”,
mientras Las Tunas, Granma, Guantánamo, Holguín, Camagüey, Santiago de Cuba,
Mayabeque y Artemisa esperan la migración de sus mejores exponentes a los
equipos cimeros y se enfrentarán presumiblemente antes de la 2da etapa a un
“Pasaje a lo Desconocido”.
Sobre la clasificación del
equipo villaclareño la historia es conocida: aunque los pupilos de la hasta
ahora desengrasada Maquinaria Naranja, cuentan con todos los atributos hace
varias campañas, para proclamarse reyes absolutos de este deporte en el verde
caimán, aun existen fisuras que impiden el cumplimiento de este ya obsesivo
deseo.
Contar con el –para muchos, y
me incluyo- más completo cuerpo de serpentineros de la Isla, a tenor de la mezcla de
experiencia y juventud, así como de un trabajo responsable de los entrenadores
de esta área y disponer de un escudo defensivo aceptable, con una fisura seria
en el campo corto; convierten a nuestro equipo en un rival de consideración
aspirante a la cima del torneo, aunque (y esta es el área más débil), sin bateo
no se puede ganar. Casi nunca.
Por vez primera en muchos años
tuve la extraña sensación de no verme involucrado en las porfías del próximo período
con mis amigos industrialistas, pinareños, avileños, espirituanos y cienfuegueros.
Pero Villa Clara, aunque un poco desteñido, sigue siendo un equipo con tradicional
asistencia a segundas partes, y ya aseguró mantener una historia que se repite
cual verdad enardecida, sobre la ciudad que orgullosamente lleva como seudónimo
el color que lo identifica, sede de uno de los Grandes de la Pelota Cubana.
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