Por Alfredo García Pimentel
Difícil
tarea la del hombre que no puede apasionarse cuando entra a un terreno de
béisbol. Titánica labor la de ese al que no se le permiten fanatismos… al que
se demanda lo que para muchos cubanos es imposible: que te guste la pelota y no
tener el derecho de preferir a ningún equipo.
Gran
responsabilidad, entonces, la que recae sobre los árbitros, ingredientes
infaltables en ese gran banquete que es el béisbol. Muchos piensan, incluso,
que los jueces son un mal necesario para el deporte… aunque yo diría que se
equiparan a la sal, pues sin ellos, nunca hay un buen sabor.
Sin
embargo, buenas y malas anécdotas tiene el béisbol cuando de ampayas se trata.