Por Alfredo García Pimentel
Será por eso, cubano, que te gusta tanto la pelota;
porque no hay deporte que te retrate tan bien, porque con ella hierve tu sangre,
porque Cuba se escribe con B… de béisbol. Siempre te dejas deslumbrar por el
diamante, por el verde inmenso de los terrenos, por la fiesta de las gradas. Será
porque eres protagonista de cada out, de cada fildeo o batazo; porque has hecho
del estadio, tu casa.
Debe ser por eso, cubano, que no puedes evitar ser
siempre un pelotero. ¿Acaso no debes tener la fuerza de Cheíto para que tu vida
vaya de jonrón en jonrón; no te hace falta la velocidad de Víctor para que no
te cojan fuera de base; la habilidad de Wilfredo Sánchez para no dar muchos
fouls a la malla, para no poncharte demasiado? ¿Acaso, de vez en cuando, no
necesitas del apoyo de tus compañeros de equipo, o de la guía de un buen coach,
o del oportuno consejo de un manager experimentado?
Es por eso, cubano: porque el béisbol se parece a
tu vida, porque te gusta el trabajo en equipo, porque no soportas la derrota.
Disfruta, cubano, porque mientras haya un uniforme portando letras que te
representen, por las que te explote el pecho, siempre podrán contar con tu
garganta y con tu pasión.
Por eso andas de aquí para allá, hablando siempre
de pelota…y conviertes cada esquina en la grada de tu estadio. El béisbol te ha
servido como bandera, ha sido tu fiesta y tu velorio, tu arma, tu orgullo… y
tus hijos la juegan… y tú la juegas… porque qué es la vida si no un gran
partido de pelota.
Será por eso, cubano, que te gusta tanto el
béisbol. Debe ser porque sabes venir de abajo, porque eres un artista sacando
juegos del congelador, porque eres de los que lucha, porque vives el juego así
como juegas la vida. Debe ser porque contigo no hay nada decidido hasta el out
27; porque contigo, cubano, se acaba, cuando se acaba.
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