jueves, 14 de febrero de 2013

"París es una fiesta y la Champions también"



Por: Ernesto Cañellas

LLegó y pasó la primera jornada de los octavos de Champions y dos partidos vistosos donde finalmente la calidad y el talento vencieron. La Juventus tiró de oficio para solventar una salida a priori complicada ante el romántico ambiento de Celtic Park.

El tempranero gol de Matri, al minuto 3, le puso cuesta arriba la eliminatoria al Celtic de Glasgow. La Juve le cedió el balón al rival que intentaban explotar las bandas para meter centros y generar segundas jugadas.


A Wanyama esperen verlo pronto en un equipo de nivel superior, desde fuera del área ponía a prueba a Buffon y Commons, el más activo de los locales, con una acróbatica chilena casi marcaba el gol de la jornada ante el delirio de la grada.

Pero los de Antonio Conte consiguieron rebajar la velocidad del partido y frenar el ímpetu celta hasta que en el minuto 62 y a la salida de un córner Ambrose, central nigeriano recientemente campeón de la Copa Africana de Naciones 2013, prolongaba su noche aciaga luego de su error en el gol visitante y cabecaba a las manos de Buffon.

El Celtic iba con más intensidad que fútbol y la Juve se sentía cómoda sin el esférico continuando con la línea conservadora de las últimas semanas. Se fue rompiendo con el paso de los minutos el cuadro local y el ímpetu se convirtió en desorden y así un magnífico Marchisio aprovechó un pase de Matri para deshacerse de su marcador y fusilar al arquero Forster.

Con el 2-0 y el visitante muy cómodo a la espera Ambrose redondeaba su penoso encuentro con una pérdida de balón en el borde del área que Marchisio nuevamente convertía en asistencia para Vucinic.

Marcador lapidario para el Celtic aguerrido de toda la vida, merecedor quizás del gol del honor. Al final Neil Lennon se quejó del arbitraje del español Undiano Mallenco por repetidos agarrones en el área juventina, pero por lo visto en la ida sobrará la vuelta en Turín.
Por otro lado el espectáculo estaba en Mestalla donde el Valencia recibía al PSG cargado de ilusión y dispuestos a romper el gafe de eliminatorias de Champions pues llevan una década sin vencer en estos partidos. Pero el fútbol es el fútbol, y todo acaba cuando el árbitro da comienzo a los noventa minutos más hermosos de la vida.

Ahí en el once contra once, el PSG fue superior, abrumadoramente superior. Carlo Ancelotti desafió a todos y puso el talento sobre el campo aprovechando el gran estado de forma de sus dos mediocentros, Verrati y Matuidi, quienes se bastaron junto a los solventes Sakho y Alex para disipar cualquier intento de magia de los chés.

En la previa señalaba a Banega como el eje desde donde debía construir el Valencia. El ex Boca se mostró impreciso y sin variantes en 3/4 de cancha, abusando de la conducción y muy vigilado por los rivales.

Sin espacios por dentro el juego era por fuera pero ni Feghouli ni Jonás explotaron sus bandas, demasiado centrados ambos chocaban contra el muy seguro entramado de Don Carlo. Guardado y Pereira lo intentaron con timidez en la primera tarde mas sus centros apenas inquietaban a la saga gala.

Enfrente el mexicano tenía a la bala nombrada Lucas Moura en su versión del Sao Paulo, el chico maravilla de 40 millones, pretendido por Mou y Sir Alex, esta vez sí entendió su cometido, salir en conducción con espacios y aprovechar la poca ayuda recibida de Jonás por el agobiado Guardado.

Magistral los de arriba del PSG, leyendo a la perfección el partido y generosos en el desgaste físico aunando a su calidad compromiso colectivo, pero de todos me gustaría destacar a un menos brillante y participativo Javier Pastore tirado en la izquierda del 4-4-2.

Lejos de la media punta, donde puede controlar el partido, el ex Huracán presionó en defensa, incrustándose al lado de los mediocentros por momentos, soltándola fácil y mostrándose como alternativa a la salida de balón de Verrati.

Curiosamente lo mejor lo hizo por la derecha, pase en el primer gol y definición desde el punto de penalti en el segundo, destellos de calidad apenas pero que siguen sumando a su favor. Fabulosos por su parte Ibra y Lavezzi, hechos el uno para el otro, mejor el argentino cuando encara, hacia dentro o hacia fuera, que como referencia estática, la jugada del primer gol lo define, asociación, regate y disparo, 4 goles ya en esta Champions demuestran el espíritu competitivo del ex Napoli.

En el segundo tiempo Lucas se marchó pronto, tocado, y entró Chantóme, el gol anulado por fuera de juego fue su mejor aparición, para mantener la posición por la derecha.

Fiel Ancelotti a un sistema que poco a poco le da mejores dividendos una vez logrado el efectivo balance defensivo, recompensado gracias a la ayuda de los hombres de ataque. Lavezzi e Ibra presionando la salida de Costa y Parejo, Verrati y Matuidi dejando sin luz a la zona de creación de Banega-Jonás, con los centrales adelantados aislando a un Soldado perdido en la guerra.

Este PSG comienza a ser otra cosa, se nota en defensa la mano italiana, el menos goleado de la fase de grupos con 3 tantos. Además solo ha encajado 2 goles, frente a Bastia y Valencia, en los últimos 9 partidos de Liga y el de ayer de Champions.

Al Valencia los últimos 5 minutos le dan un poco de vida, además del gol afrontan la vuelta los parisinos sin Verrati y Zlatan, señalé en la previa la necesidad de autocontrol del genio sueco expulsado por una innecesaria entrada, pero seguramente volverán Thiago Silva y Motta.

Positivo el regreso de Canales, con mayor movilidad que Banega y cayendo a la izquierda donde Guardado, ya sin el demonio Lucas enfrente, fue haciéndose grande en ataque con el paso del tiempo. Los franceses pudieron matarlo a la contra en la segunda mitad con Lavezzi de punta pero no acertaron ni él ni Ibra.

En general, control total de los visitantes ante la impotencia de un Valencia y un Celtic quienes con el balón en los pies sufrieron en demasía para generar inquietud en los contrarios. Eliminatoria cerrada en el caso de italianos y escoceses, mientras que galos y españoles tendrán todavía París para certificar su pase pero al menos de momento, este París St-Germain de Ancelotti es una fiesta.

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