Por estos
días toda Cuba al igual que el resto del mundo vive out tras out y strike tras
strike las incidencias del Tercer Clásico Mundial de Béisbol. Sin embargo, la
mayoría de las expectativas y esperanzas estuvieron centradas en nuestra
selección nacional, la cual ha realizado, por mucho, la mejor preparación de
los últimos años.
Con
balance de cuatro victorias y dos derrotas -versus Holanda ambas-, en el magno
evento, los criollos vieron escapar el pasado lunes 11 de marzo los sueños de
estar entre los cuatro grandes del béisbol actual tras la derrota sufrida en un
trepidante partido ante el elenco holandés.
Más allá
de cualquier valoración que se pueda hacer respecto a si algún jugador bateó o
no en el momento oportuno, a si cometió errores mentales o de los que se anotan
o no, o si simplemente no fue capaz de tocar la bola cuando se le indicó,
debemos analizar la calidad exhibida por nuestro verdugo de los dos descalabros
sufridos durante este Clásico.
El equipo
de Holanda actual campeón del último mundial celebrado por la Federación Internacional
de Béisbol (IBAF) en 2011 y ganador de cinco de los últimos seis encuentros
celebrados entre ambas selecciones, parece que definitivamente nos tiene la
medida muy bien tomada. Son exactos en su juego, fieles a una disciplina
técnico-táctica exquisita, cuentan con un cuerpo de pitcheo sin grandes nombres
pero sí con resultados, una ofensiva que produce con corredores en posición
anotadora y de un aceptable contacto. Por último y no menos importante son
dueños de un trabajo en equipo envidiable por cualquier otro conjunto.
Como
cubanos, fieles seguidores de nuestro equipo en toda competencia, nos cuesta
mucho trabajo reconocer, cuando perdemos, la calidad del rival enfrentado. Las
justificaciones llueven todavía por estos días y se seguirá hablando de este
tema, interminable para todo aficionado.
Creo que
la dirección del equipo fue muy osada y valiente al tomar varias decisiones muy
polémicas y sobre las cuales también recaen las posibles responsabilidades. Sin
embargo, al margen de todo es válido reconocer que se luchó hasta el último out
con lo que teníamos disponible en ese momento.
La
respuesta a la derrota es solo una y muy sencilla este es nuestro nivel ahora mismo en la pelota internacional.
Mañana, quizás tengamos el mejor equipo del mundo o rompamos récords de ganados
en los venideros clásicos mundiales pero HOY, este es nuestro nivel y debemos aceptarlo de una vez para no
continuar sufriendo desengaños.
De la
derrota se obtienen miles de reflexiones y análisis, de sacarle un buen
provecho dependen nuestras próximas actuaciones en la arena internacional.
Por ahora
el béisbol cubano debe centrarse en ofrecer un verdadero espectáculo en la
llamada segunda fase de la
Serie Nacional 52 que cuenta con un novedoso formato en esta
ocasión. Mejorar el trabajo desde las categorías infantiles hasta la pelota a
nuestro máximo nivel y sobre todo ser exigentes con cada atleta tiene que ser
la vía para llegar, más temprano que tarde, a elevar definitivamente nuestro nivel.
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