Por Alfredo García Pimentel
El GM cubano Leinier Domínguez es hoy tan inmenso y formidable como cualquier Mozart del Ajedrez. Con 6 victorias, 4 tablas y apenas una derrota, sufrida en el debut frente a Gata Kamsky (USA), el Ídolo de Güines ganó la Cuarta parada del Grand Prix de Ajedrez, que acogió la ciudad griega de Tesalónica.
Leinier Domínguez se impuso a su homólogo búlgaro Veselin Topalov en la última ronda y logró sumar su sexto éxito de la lid, con lo que llegó a 8 puntos en la competencia. Ese desempeño le permite sumar 30 unidades más a su ELO actual... y podría ser que en la próxima actualización del listado de la FIDE, el cubano aparezca en el lugar 11 del planeta, con 2757 puntos. De más está decir que ambos números serían récords para la carrera de Leinier y de cualquier ajedrecista nacido de este lado del Atlántico.
En Tesalónica, Leinier fue otro, alejado por suerte de esa extensa tradición de entablar partidas al máximo nivel. Forzó cada cotejo hasta las últimas consecuencias... y siempre en forcejeos extensos, llevó la mejor parte.
Era el penúltimo jugador del certamen, según el pareo basado en los acumulados ELO. Se fue de Grecia siendo el mejor.
Tras sus actuaciones previas en otras paradas del Grand Prix, nadie se atrevía a vaticinar una actuación como esta. Leinier fue, poco a poco, destruyendo favoritismos... y tras derrota en el debut frente a Kamsky, el cubano tomó el segundo aire que necesitaba. Victorias ante monstruos del ajedrez mundial, como Ivanchuk, Svidler, Kashimshanov, Morozevich, Caruana y Topalov y tablas ante Nakamura, Grishuk, Bacrot y Ponomariov confirman la oxigenación que gozó el juego del cubano.
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