Por: Carlos
Durán de la Cruz
Hace unos días comentaba acerca de la necesidad y posibilidad de
que Cuba abra sus puertas al mundo del deporte profesionalizado. De la
finalidad de aquellas palabras excluí al béisbol, pues posee muchas más
complejidades que las demás disciplinas. Ahora reflejo algunos de mis criterios
en torno al tema tras la petición de un lector de “Epicentro Deportivo”.
Decenas y decenas
de peloteros cubanos han abandonado en los últimos veinte años el formato nacional aspirando llegar a las
Grandes Ligas de los Estados Unidos. Distintas vías han utilizado para tal
propósito y aunque algunos no han alcanzado tal nivel se han desarrollado en
categorías inferiores e incluso en ligas fuera de Norteamérica.
Dos excusas
envuelven tal flujo de deserciones: la total y la parcial. La primera de ellas
no es otra cosa que la solvencia económica que le saque de situaciones
complicadas en sus hogares y por la ambición de saber que tienen en el
extranjero un valor que, en ocasiones, pasa por alto en Cuba.
El otro elemento,
el de los menos, es demostrar que tienen la calidad suficiente para insertarse
en el circuito de mayor nivel beisbolero en el mundo.
Este fenómeno migratorio, no cesa y cada año aumenta la cifra. Tal situación es acentuada ahora por lo que muchos especialistas, dentro y fuera del país, denominan “un bajón en el nivel cualitativo de la pelota en Cuba”.
Durante los últimos
años se ha palpado tal situación tanto en el sentido técnico-táctico como en el
nivel competitivo de algunos equipos en el campeonato nacional y hasta ahí el
prólogo para no entrar en un amplio análisis que ahora no viene a colación.
Varios son los caminos que pueden tomarse para salir de este “bache”.
Algunos amantes de
la pelota dentro y fuera de la
Mayor de las Antillas reclaman la asistencia de cubanos en la MLB. Ya plasmé que el
fenómeno posee más complejidad que en otros deportes al tratarse del verdadero
y único espectáculo deportivo en la
nación.
En mi modesta
opinión, antes de cualquier especulación con exportar beisbolistas debe existir
una evolución interna con pasos como: consolidar la base y las categorías
inferiores, aumentar el nivel de entrenadores, otorgarle mayor atractivo a la Serie Nacional. No
puede faltar el hecho de buscar un mayor techo papel que pudiera asumir una
serie como las Selectivas de antaño pero con neta representatividad geográfica.
Tal eslabón
superior, sin refuerzos como ahora, posibilita continuidad a un mayor nivel
competitivo y un arraigo
representatividad en los aficionados,
elementos fundamentales para prosperar.
Luego de estos y
otros cambios, entonces puede pensarse en “el más allá”. Entiéndase por esto, y
en primer lugar acceder a la
Serie del Caribe y consolidar topes en el extranjero en que
no solo viajen los preseleccionados nacionales sino los equipos provinciales de
mayor nivel.
Estas vías aportarían reconocimiento a todos los
atletas esforzados y, de acuerdo a los términos, una ligera ganancia monetaria.
Sé que no constituye una solución total, pero es un eslabón necesario.
Al ser el béisbol
otro tema político en Cuba, resulta complejo el reclamo de profesionalizar. No
es fácil tampoco arrancar al pueblo la oportunidad de disfrutar en vivo y en
directo de muchas de sus mejores estrellas.
Pero, “yo”, voto
por un sí a viajar “al más allá”. En mi visión tampoco funcionaría la opción
como un proceso anárquico. Sí apoyo la idea de asegurar un campeonato cubano
digno y fuerte, por tanto varias medidas pudieran tomarse.
Como ejemplo, a la
japonesa, colocar un límite de edad (tal vez 25 años) y un número mínimo de
Series jugadas para, solo entonces, obtener el chance de jugar “afuera”.
Claro, en el camino
quedan muchos detalles que no solo dependen de Cuba. El Clásico ha demostrado que
los peloteros profesionales no son personas sino objetos, pues muchos de ellos
no pueden asistir por oponerse sus “dueños”. Y Cuba no puede dejar que ese
fenómeno lo azote. A los eventos internacionales de la selección deben asistir
los mejores jugadores.
Y eso, con bloqueo
de por medio, es imposible en este instante. Eso cuando hablamos de Grandes
Ligas, pues existen otros torneos en Asia y en el Caribe con los cuales Cuba
puede negociar y llegar a acuerdos.
Pero este panorama
es más que complejo, es laberíntico. Al final me gustan las fórmulas en que
todos quedemos bien y en este mundo, incluyendo el deporte, reinan los
criterios extremistas. De todos modos, por ahora es solo utopía. Esperemos
pues.
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