lunes, 20 de octubre de 2014

Apodos para el show (I)


Por Alfredo García Pimentel

El venezolano Pablo Sandoval
es el "Kung Fu Panda" de la MLB
El mundo del deporte, heredero como ninguno de la industria del entretenimiento, tiene muchísimos rasgos que lo hacen un espectáculo. Grandes escenarios, jugadas increíbles, porristas, mascotas, televisión y cientos de periodistas y millones de espectadores pendientes de todo lo que pasa hacen del deporte un gran teatro.

Sin embargo, una de las características que más enriquece el show deportivo es la originalísima forma en que algunos atletas han perdido su nombre, o mejor dicho, lo han mejorado… con motes, seudónimos, apodos y sobrenombres.

La culpa de ello recae sobre sus familias, amigos, seguidores y narradores deportivos. Todos ellos tienen licencia para nombrar.

La historia recoge al norteamericano Archie Hahn como el primer atleta en recibir un apodo por sus dotes deportivas. La potencia de sus piernas y también sus 3 medallas de oro en las pruebas de velocidad de los JJOO de San Luis mil 904, le valieron el mote de “El meteoro de Milwaukee”.

Después de Hahn llegó la avalancha de sobrenombres. Jesse Owens se convirtió en “El antílope de ébano”, Emil Zatopek en “La locomotora” y Carl Lewis en “El hijo del viento”, eso hablando solo de atletismo.

En el fútbol, los ejemplos abundan. Los hay muy originales y muchos dependen de las destrezas del jugador. Así tenemos a Lev Yatsin “La araña negra”, Walter “El Muro” Samuel, Xavi “La calculadora” Hernández o Cristian “El cebolla” Rodríguez, que sacó su mote de su habilidad para hacer llorar a los rivales por la belleza de su juego.

También están a los que tienen que ver con el aspecto físico del jugador, con sus celebraciones tras anotar un gol o con su actitud en el campo. Por ejemplo, Ángel “El fideo” Di María, Lionel, “La pulga” Messi, Frank “Scarface” Ribery, “Bam bam” Zamorano, Alberto “El violinista” Gilardino, Franz “El Kaiser” Beckenbauer o San Iker Casillas.

Últimamente, también observamos la tendencia de utilizar las iniciales de los deportistas para referirse a ellos. Tal es el caso de CR7, CH14 y RVP9, para nombrar a Cristiano Ronaldo, Javier “El chicharito” Hernández  y a Robie Van Persie.

Y así, hay miles de muestras de que los apodos son parte indisoluble del deporte. Pibe de Oro, El Tiburón, el fenómeno, Harry Potter, La Saeta Rubia, La Máquina… son todos motes que le viene muy bien a sus dueños.

En Cuba también tenemos muchos que bien merecieron su apodo, pero eso es tema para otro comentario.

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