Por Alfredo García Pimentel
El venezolano Pablo Sandoval es el "Kung Fu Panda" de la MLB |
Sin embargo, una de las
características que más enriquece el show deportivo es la originalísima forma
en que algunos atletas han perdido su nombre, o mejor dicho, lo han mejorado…
con motes, seudónimos, apodos y sobrenombres.
La culpa de ello recae sobre
sus familias, amigos, seguidores y narradores deportivos. Todos ellos tienen
licencia para nombrar.
La historia recoge al
norteamericano Archie Hahn como el primer atleta en recibir un apodo por sus
dotes deportivas. La potencia de sus piernas y también sus 3 medallas de oro en
las pruebas de velocidad de los JJOO de San Luis mil 904, le valieron el mote
de “El meteoro de Milwaukee”.
Después de Hahn llegó la
avalancha de sobrenombres. Jesse Owens se convirtió en “El antílope de ébano”,
Emil Zatopek en “La locomotora” y Carl Lewis en “El hijo del viento”, eso
hablando solo de atletismo.
En el fútbol, los ejemplos
abundan. Los hay muy originales y muchos dependen de las destrezas del jugador.
Así tenemos a Lev Yatsin “La araña negra”, Walter “El Muro” Samuel, Xavi “La
calculadora” Hernández o Cristian “El cebolla” Rodríguez, que sacó su mote de
su habilidad para hacer llorar a los rivales por la belleza de su juego.
También están a los que
tienen que ver con el aspecto físico del jugador, con sus celebraciones tras
anotar un gol o con su actitud en el campo. Por ejemplo, Ángel “El fideo” Di
María, Lionel, “La pulga” Messi, Frank “Scarface” Ribery, “Bam bam” Zamorano,
Alberto “El violinista” Gilardino, Franz “El Kaiser” Beckenbauer o San Iker
Casillas.
Últimamente, también
observamos la tendencia de utilizar las iniciales de los deportistas para
referirse a ellos. Tal es el caso de CR7, CH14 y RVP9, para nombrar a Cristiano
Ronaldo, Javier “El chicharito” Hernández
y a Robie Van Persie.
Y así, hay miles de muestras
de que los apodos son parte indisoluble del deporte. Pibe de Oro, El Tiburón,
el fenómeno, Harry Potter, La Saeta Rubia,
La Máquina…
son todos motes que le viene muy bien a sus dueños.
En Cuba también tenemos
muchos que bien merecieron su apodo, pero eso es tema para otro comentario.
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