domingo, 17 de febrero de 2013

Crónicas beisboleras: El gen del ganador


Por: Alfredo García Pimentel

Perder nunca ha sido el fuerte de los cubanos. Más de uno de nosotros quisiera borrar los recuerdos de aquellas derrotas frente a Estados Unidos y Corea del Sur en el béisbol de las Olimpiadas o ante Japón en ambos Clásicos Mundiales… y otras, más o menos dolorosas, que hicieron igual daño al pedigrí de la pelota nuestra.

Los éxitos de antaño… y ese gen ganador, que es el centro del ADN beisbolero nacional nos obligan a ser inconformes. Resulta intangible, no puede verse esa ansia de siempre ganar, pero es un hecho que existe… y que, incluso, gana campeonatos.


Una derrota, sin embargo, puede tornarse en triunfo si de ella sacamos la moraleja precisa, la que nos hará mejorar. Los equipos grandes, los tradicionales del béisbol, saben renacer de sus cenizas. Emulan al ave fénix cuando regresan al éxito luego de tropezar en la lucha por el gallardete, toman las riendas de un partido cuando todo indicaba que bajaban la cabeza y se resignaban a caer. Los grandes equipos incluso perdiendo, ganan.

En lo individual, el pelotero sufre cuando cae en un slum, cuando un error suyo cuesta el partido, cuando no la da a la hora buena. Lo mismo le sucede al conjunto si las cosas no salen, si los bates dejan de sonar o los guantes comienzan a fallar.

Pero somos cubanos… y no nos pega la derrota. Por eso venimos de abajo y sacamos juegos del congelador; por eso los jonrones de Marquetti, el oportunismo de Gourriel y el pitcheo guapo de Lazo.

Por eso hay equipos genéticamente ganadores. Por eso vencemos siempre, aunque perdamos: porque tenemos el gen de la victoria.

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